martes, 26 de junio de 2012

Por tierras andaluzas...hasta Caravaca. Tercer día: Baza-Pozo Halcón




Tercer día, miércoles 30 de mayo de 2012 

Un importante cinturón montañoso con sierras que superan los 2000 metros: Sierras de Baza, La Sagra, Cazorla, Orce, María o Las Estancias, rodean una altiplanicie situada a unos 1000 metros de altura con Baza y Guadix como centro, nosotros atravesaremos este páramo de sur a norte en dirección a Pozo Halcón.

domingo, 24 de junio de 2012

Por tierras andaluzas...hasta Caravaca. Segundo día: Bacares-Baza



Segundo día, martes 29 de mayo de 2012

 Me despierto y me acerco a la ventana; el cielo tiene ese color sucio entre el negro de la noche y la claridad del día. Pan con aceite y buen jamón nos preparan para el inicio de la jornada, que será dura al principio.

El color del paisaje comienza a cambiar, abandona el negro de la pizarra por un pardo amarillento tachonado por el verde de los pinos de repoblación.

sábado, 23 de junio de 2012

Por tierras andaluzas...hasta Caravaca - Primer día Sorbas-Bacares



Primer día, lunes 28 de mayo de 2012

Nos encontramos al norte de la provincia de Almería, en el límite del desierto de Tabernas; nuestra intención encaminarnos al encuentro de la sierra de los Filabres situada hacia el norte. Frescas ramblas sombreadas por el cañaveral nos esperan; polvorientos caminos entre marciales ejércitos de jóvenes olivos, que a tramos son sustituidos por jóvenes almendros, nos acercan a nuestra primera meta de la jornada: Uleila del Campo. Serán cerca de veinte kilómetros de suave pedalear que nos preparan para siguientes metas.

domingo, 3 de junio de 2012

Por tierras andaluzas...hasta Caravaca - Presentación



Yo era un hombre sedentario. Deporte; más bien poco. Cuando viajaba lo hacía en coche o en moto. Un día subiendo La Cuesta, venía de Cartagena con dirección al Puerto de Mazarrón, me encontré con un ciclista. Era un hombre joven, por la pinta, extranjero y pensé: hay que estar un poco loco para hacer esto. Apenas se le veía entre sus grandes alforjas, en el manillar llevaba atados sacos y mantas. Avanzaba lentamente, pedalada a pedalada con un esfuerzo enorme. 

He de confesar aquí que mi ideal de viaje en aquellos días, y quizás también ahora sea el de un carro tirado por un cansino pollino; las sartenes cuelgan de los costados con monótono golpeteo; los chorizos, a horcajadas sobre una caña, penden del techo al alcance de la mano mientras yo; tumbado sobre la tablazón, sombrero de paja cubriendo el rostro, dejo pasar el tiempo indolente, y el pollino sigue el camino que mejor le parece.

En aquella época viajar dando pedales me parecía los castigos de Tántalo y Sísifo juntos…