sábado, 16 de febrero de 2013

Sierra de la Pila (Caramucel)



El humo ha ennegrecido la bóveda. Fuegos que pudieron calentar, en las frías noches de invierno, a la partida de Jaime el Barbudo. Antigua guarida del bandolero que hace doscientos años se convirtió en el más famoso del Levante. Cuentan las leyendas que los habitantes de la zona le protegían por repartir parte de sus botines entre los más pobres. Llego a héroe cuando sus objetivos fueron las tropas napoleónicas, lo que no impidió su ejecución en la plaza de Santo Domingo, en Murcia y que fuera troceado, frito y repartido por el territorio de sus fechorías.

Estamos en la cueva de la Excomunión, en uno de los pliegues de la sierra de la Pila. Macizo montañoso de formas abruptas y escarpadas, dividida en dos partes por el Barranco del Mulo, la oriental con las cumbres más elevadas (La Pila 1.264 metros y Los Cenajos con 1.200); la occidental, más amplia con el Caramucel que se eleva hasta 1.023 metros. Alrededor de este último; parte integrante del Chorquesado, nos ha acompañado el absoluto señor de estas tierras, Luis Miguel Chorques.

La Garapacha; nuestro centro de operaciones. Casi a maitines; nos reunimos, de un lado Luis Chorques y sus dos escuderos, Dámaso y Toni, del otro Jesús, Ángel y yo mismo. Comenzamos nuestra singladura por el barranco del Hondo dirigiéndonos hacia el Peñasco de Sanjoy, lugar de asentamiento de gentes contraculturales, chovas petirrojas y apriscos trashumantes. No sin antes atravesar el “famoso túnel del Chorques” que comunica el barranco del Hondo con el de Cerverosa.



Continuamos por la Solana del Caramucel hasta el collado de las Yeguas. Atravesamos los barrancos del Sordo y el Buitre, antes de llegar al alberge de Pico Pelado, donde Luis nos ha consentido un pequeño refrigerio mientras nos explicaba los paisajes que contemplábamos a nuestro alrededor.

Descendemos hasta el llano de las Ovejas por el camino del Boquerón, para ascender por un roto camino al que Luis llama de la Fe. Según él, con ella se sube. Yo he puesto toda la que tenía y no lo he conseguido. Pero antes hemos visitado la cueva de la Excomunión, traspasando las líneas del tiempo hasta finales del XVIII, época de las correrías de Jaime Alfonso El Barbudo.   

Lugares solitarios, de madroño y enebro, de sabina y lentisco, de antiguas cortijadas deshabitadas de origen musulmán. Tierras de pino carrasco, de LIC y Zepas, donde enseñorean el águila real, el halcón peregrino, o el búho real. Habitad de los escurridizos tejones que conviven con garduñas, ginetas y gatos monteses, dormidero de musarañas y lirones caretos.



Subimos hasta el mojón de los Cuatro Caras, abortando nuestra intención de subir a los pozos de la nieve, industria de los siglos XVII y XVIII hoy en desuso, y bajar por el camino que usaban los arrieros para llevar el hielo hasta las ciudades. Pero es un poco tarde, el tiempo apremia y aun nos queda la oreja del Peseta. Nos emplazamos  para otro día, para que Luis nos muestre la zona oriental de la Pila y descender ese antiguo camino como modernos arrieros de la nieve.

Mariano Vicente, febrero de 2013.

Ruta sin demasiadas dificultades, tanto por duración como en el apartado técnico, que nos acerca a uno de los entornos más apasionantes y bellos de la Región de Murcia.


Sierra de la Pila (Caramucel)
Distancia: 36,5 km. Dificultad: Media Desnivel+: 922 m. Desnivel-: 922 m Fotos Wikiloc

viernes, 8 de febrero de 2013

Río Quipar



La escarcha blanquea en las cunetas y el indicador luminoso del tablero parpadea indicando una cifra inferior a los cero grados. Estamos en la Almudema, comienzo de nuestro viaje. Queremos seguir el Quipar, el Al Quipir de los árabes. Este pequeño río, afluente del Segura, se forma por la confluencia de las ramblas que drenan por el sur el macizo de Revolcadores y la sierra del Mojantes. Discurre, placido, entre los campos de Caravaca, formando estrechas e intrincadas formaciones de olmedas, alamedas, choperas y saucedas, acompañadas de cañaverales, juncales y zarzales.

Aparece La Encarnación y el Estrecho, fascinante vado del Quipar y paso obligado en las comunicaciones entre la Alta Andalucía y el Levante desde los albores de la historia. En un cerro cercano, se hallan los restos de uno de los templos romanos más importantes del occidente mediterráneo. Pero hay más; restos argáricos en la Placica de Armas, ibéricos en los Villares, musulmanes en la Cueva del Rey Moro, e incluso algún neandertal en Cueva Negra. 

El viejo camino que lleva a la Cañada de las Cuevas y al Rincón de la Bernala, está cerrado. Nuevos terratenientes de hoy, muy modernos ellos, se comportan como caciques de antaño. Cierran caminos a su antojo, vallan y prohíben, sin respetar nada ni a nadie. Regresamos para continuar por el camino de Lorca a Cehegín, casi el único que aún está abierto.

Confluimos con nuestro compañero en la cañada de las Zorras, igual que lo hace la vereda real de Moratalla y el canal del Taibilla, bajo los contrafuertes de la sierra del Quipar. Poco antes, nos encuentra Juanfra, ciclista de Cehegín, que generosamente se ofrece a guiarnos y dejarnos en el buen camino. Aceptamos y nos lleva a través del camino del Taibilla a cruzar la autovía del Noroeste. Cehegín, se afana a la sombra de Peñarrubia. Contemplamos la belleza de su caserío, dominado por las torres de santa María Magdalena y la Purísima Concepción.

Cruzamos la autovía bajo los cerros de la Cagueta hacia el cerro de la Fuente del Abad, que bordeamos por el sur, buscando la Vía Verde del Noroeste (GR-250). Descendemos hacia las ruinas de Begastri, para desviarnos hacia la carretera del Chaparral por las inmediaciones de la ermita del Escobar.
Pedaleamos por el asfalto junto a nuestro compañero, que en este tramo ha horadado las margas yesíferas del terreno formando taludes de cierta importancia. En el cauce lo acompañan cañaverales, juncos y zarzales en intrincada maraña.

Pensábamos comer en El Caparral, pero el bar está cerrado. Desolados, buscamos la población de la Copa. Aquí sí. Hermoso bocadillo de sabroso tocino al que acompaña helada cerveza.

Nos introducimos por una pista de negra arena. Transcurre por uno de los paisajes más apartados del Noroeste regional. Tierras situadas al Este de Cehegín, limítrofes a los campos del Cagitán. Pasa por antiguas explotaciones mineras y pueblos abandonados. Yacimientos agáricos en la Cabecica del Trigo, magnifico emplazamiento fácilmente defendible, de escarpadas laderas y cercano a abundantes cursos de agua (Arroyo Hurtado, Río Quípar, Fuente de la Carrasquilla). En el collado, un magnífico espectáculo. Se abre ante nosotros los llanos del Cagitán con el pináculo del Almorchón en su centro. Rodeados de norte a sur por las sierras del Molino, del Oro y Ricote.

Almendros en plena floración hermosean los campos. Viejos edificios nos hablan de antiguas y decadentes costumbres sociales. Son los Baños de Gilico o San José en funcionamiento hasta mediados del siglo XX, alberge de carreteros y trashumantes, hoy explotación ganadera.

Nuestro compañero recorre sus últimos metros antes de remansar sus aguas en el Pantano de Alfonso XIII, ya en tierras de Calasparra. En las colas, prospera un denso tarayal, sustituido por carrizal en las zonas inundadas, habitad de buena cantidad de anátidas y fochas, garcetas, cigüeñuelas y Martinetes e importante área de invernada para el cormorán. 

Mariano Vicente febrero de 2013

Río Quipar
63.250 km Dificultad: Baja
Desnivel+: 578 m//Desnivel-: 1.050

viernes, 1 de febrero de 2013

30 km/h – por unas calles habitables


La campaña 30 km/h - pretende recoger un millón de firmas a favor de que en toda la Unión Europea se establezca el límite de velocidad de 30 km/h en el centro de las ciudades y sus zonas residenciales.

30 km/h es la velocidad a partir de la cual el riesgo de muerte para un peatón o ciclista aumenta exponencialmente. Sin considerar otros veneficios de la reduccción de velocidad como son la contaminación y el ruido. No dejes de firmar aquí. (Busca abajo la pestaña "Apoyar" y selecciona "España")(Esta iniciativa es apoyada por ConBici)