miércoles, 14 de enero de 2015

Circular del Carche


El Carxe, fantasía del catalanismo, no es más que nuestro entrañable Carche; su explicación es sencilla. La expulsión de los moriscos (siglo XVII) produjo un terrible despoblamiento de estas tierras que se mantuvo hasta la segunda mitad del XIX en que fueron repobladas por familias provenientes del alto Vinalopo, en especial de las poblaciones de Pinoso, Monover, Novelda y Petrer, familias que lógicamente trajeron su lengua; el valenciano, y que han mantenido hasta nuestros días. No son grandes núcleos de población, los pertenecientes a Jumilla; Torre del Rico, 71 habitantes; El Carche no supera los 65; Cañada del Trigo 181. No andan sobradas las de Yecla, así Raspay se conforma con 113 y las de Abanilla igual; Cañada de la Leña que solo tiene 157 habitantes, todo ello referido al censo de 2009.

La Sierra del Carche se encuentra en el noreste de la Región de Murcia y reparte su superficie entre los términos municipales de Jumilla y Yecla. Declarada Parque Natural en el 2003, cuenta con 5.942 hectáreas de superficie e incluye las sierras de El Carche (La Madama, 1.371 m.), Las Pansas y el diapiro salino del Cabezo de la Sal. El Parque dispone de un albergue municipal y de un refugio junto a la Madama.

Distancia: 49.50 km.
Salida/llegada: Carretera C-3213 Jumilla-Pinoso Venta Viña P (Pista forestal de Viñape)
Desnivel +: 1.305 metros
Tiempo: 5.30 horas
Altura mínima: 380 metros
Altura máxima: 1.174 metros
Indice IBP: 80
Dificultad: No presenta más dificultad que las propias de las características del terreno.

Atractivos de la ruta
:
El interés de la ruta se basa en los valores intrínsecos a este espacio natural. La Sierra del Carche forma parte de las Cordilleras Béticas y consta de una característica muy especial; el diapiro salino del Cabezo de la Rosa, acumulación de materiales de hace 200 millones de años donde el mar depositaba carbonatos y evaporitas (sales y yesos).
En su zona central se encuentra el pico de La Madama, 1.371 m. y hacia el noreste se extiende la sierra de las Pansas, horadada por profundos barrancos que dan lugar a importantes ramblas.
Encontramos testimonios humanos desde la edad del bronce, donde destacan la Cueva del Castellar, los Castillicos del Salero y la Romanía. Al Norte y al Oeste, numerosos asentamientos romanos y hasta un acueducto en La Romanía. En la umbría de la Madama se conserva el único pozo de la nieve de la sierra perteneciente al siglo XVII y bajo el Cabezo de la Rosa se encuentran las salinas de interior más importantes de de la Región de Murcia aún en funcionamiento.
¡Ah! Si tienen ocasión no dejen de maridar un buen gazpacho con cualquier monastrel de la zona, no se arrepentirán.


Asistentes:
Antonio Máximo, Antonio Cervantes, Jesús Torrecillas, Juan Bautista Tudela y un servidor; Mariano Vicente.

Crónica:
Pues no, no estaba allí, ese “frío del copón” que convirtió en desertores a la mitad del grupo. Hasta 24 grados positivos llegamos a tener; y eso el 10 de enero y a 1.300 metros de altura. No cabe duda, la Región de Murcia es el mejor lugar de España para montar en bicicleta en invierno, aunque a algunos les cueste creerlo.

Son la 9 de la mañana, estamos acodados en el alto mostrador. Enfrente, un humeante café, en una vieja venta roturada de forma curiosa: Viña P. Preguntamos a los dueños: -Siempre ha estado así, nos responden. La letra P, así, sola, luce gallarda como jeroglífico de lo que en realidad es Viñape, pero a nosotros no nos importa, es un lugar ideal para comenzar nuestra la ruta que hoy proponemos; dar la vuelta completa a la sierra del Carche.


Cuando hace unos meses leí un folleto imperialista catalán en el que extendían, como una vulgar mancha de aceite sobre la hoja de un periódico en la que hubiéramos envuelto el bocadillo, la preponderancia del catalán desde Francia hasta las extribaciones del Carche, no tuve más remedio que reírme. Efectivamente por estas tierras aun es fácil distinguir el melodioso sonido de la lengua valenciana, pero no por la influencia catalana, sino por el asentamiento en el siglo XIX de familias alicantinas. 

Terreno duro, que deja entrever ya la meseta. Llanuras de cereal, almendro y vid, donde el cono del Carche señorea en su centro. Nos dirigimos hacia él, en linea recta, hacia la solana del Cristal, por el camino forestal de Viñape al collado de las Colmenas. Subida constante y no demasiado pronunciada que se endurece bajo la solana del Crestón del Cañal. El ambiente se caldea por momentos, sobra la mitad de la ropa que previsores en exceso hemos traído, el termómetro marca ya los 9 grados. Hacia el sur; separada por los cerros del Aniso, Primer, Segundo y Tercer Cocón, la llanura brilla húmeda iluminada por los oblicuos rayos de un sol recién nacido.


Vamos ganando altura entre pinos y algo de coscoja. Pinoso esta enfrente, entre dos luces, su blanco caserío destaca sobre la llanura, medio oculto por la niebla. Al fondo, recortadas sus crestas por el sol, las primeras sierras alicantinas. Tras un recodo, antes de llegar al collado de las Colmenas, se distingue un caserío modesto, como desparramado en la llanura; la población de Raspay. En el collado giramos hacia el oeste por el camino de la Yedra a la Pisana, cruzando el barranco que de inmediato se transforma en rambla y se dirige vertiginosa hacia las meridionales casas de Raspay.

Aún seguimos subiendo, pero por poco tiempo, bajo la morra del Búho comenzamos un descenso que bordea los puntales del Mosquito y del Jaral. Pronto se vuelve vertiginoso tras pasar el albergue y área recreativa del Alto del Revolcador, aunque algún "gracioso" le ha cambiado el nombre raspando la pata de la R, quedándose en un menguado y menos elocuente "Pevolcador".


Desde la umbría de los Alejos distinguimos la amplia llanura delimitada por sierra Larga, que junto a Santa Ana y la del Buey, enmarcan el caserío severo y castellano de Jumilla, custodiado siempre por su roquedo castillo. Tomamos el camino del barranco del Infierno que se retuerce bajo el cortado de las Capurullas, mientras un guarda forestal, parapetado tras un potente telescopio, vigila el correcto desarrollo de una batida de jabalí en la próxima sierra del Sopalmo. En medio, las salinas de la Rosa espejean bajo la luz plateada de la mañana, y lo seguirán haciendo como un icono, toda la subida.

Se acumulan los kilómetros y la subida, y a algunos de los compañeros se le empiezan a empalagar. Serpentea el camino caprichosamente a la sombra de la Morra de la Mina, unas veces al sur, otras al norte, pero siempre subiendo. En este tramo, el silencio es absoluto, y ni los pájaros se atreven a interrumpirlo. Llegamos al collado del Lastomar que nos prepara para el final de este "calvario", que no suavizara hasta el collado del Pozo de la Nieve. Fin del sufrimiento para algunos, que aquí comenzaran la bajada, mientras otros pedalearan hasta la cumbre, junto al refugio de la Madame, a 1.372 metros. No somos capaces de describir lo que la vista alcanza. Tanto a poniente, como a levante, al norte y al sur, la mirada se pierde en innumerables sierras que se difuminan en infinidad de tonos de azul. Algunas las reconocemos de inmediato, otras nos resultan familiares y a otras muchas somos incapaces de ponerles nombre, pero el espectáculo es grandioso.


Descendemos buscando el camino de la Curiosa a la Yedra, en dirección a la primera, bajo la Morra de los Cerrillos, por la solana de La Madama y la Mina hasta retomar el camino de forestal de Viñape hasta la misma venta, fin de un recorrido que nos ha permitido recorrer en gran parte este Parque Natural Regional, cuyas características no vamos a pormenorizar, basta decir que es un espacio natural típico mediterráneo en el que abunda el pino carrasco y algunas manchas más o menos extensas de carrascales, salpicados de lentisco y madroño. En las solanas clarea el pinar y su espacio es conquistado por espartos, romeros y tomillos.
 
Pero no termina aquí nuestra aventura, como siempre nos espera la segunda parte de la ruta, que haremos en una venta de la pedanía del Boquerón, en el termino municipal de Abaran; Casablanca se llama. Hasta allí nos desplazamos para degustar los embutidos típicos de la zona, un mejorable gazpacho y un correcto arroz y conejo con serranas, donde algunos; casi todos, nos defendimos mucho mejor que en la primera parte de la ruta.


Mariano Vicente 10 de enero de 2015.

P.D.: David, aun convaleciente, se agrego para realizar la segunda parte.


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