martes, 23 de junio de 2015

Pirineos 2015 - Cuarta jornada: Dos puertos bonitos; Pont d´Espagne y Aubisque




Paisaje espectacular el que ha creado la Gave de Cauterets, que se despeña loca y hermosa, aun adolescente hacia el pueblo que la da nombre. Juega traviesa con la carretera; que apenas puede seguirla, poniéndola en más de un aprieto.

Salimos como siempre desde nuestro hotel el Au Primerose en Argelès Gazost para dirigirnos a Cauterets, y como siempre pica para arriba. La carreta mantiene un perfil bajo hasta Pierrefite-Neslas, pero a partir de aquí la cosa cambia. El paisaje se estrecha, apenas caben en algunos puntos el río y la carretera, con muchos tramos en obras. El tráfico es abundante, camiones incluidos, pero en paisaje merece la pena. La Gave de Cauterets, salta de roca en roca, se cuela por estrechas hendiduras, cae en rápidas cascadas,  hasta que diminutas presas desvían la revuelta corriente hacia centrales hidroeléctricas.

Nosotros, entre sorprendidos y expectantes, continuamos sumando kilómetros y metros de desnivel. Sorprende Cauterets por su animación, calles y terrazas llenas de gentes, muchos con pinta de senderista y lo que viene siendo una constante; la población autóctona, se encuentra muy envejecida. Cauterets está en el departamento de Altos Pirineos, en la región de Mediodía. Su historia se confunde con la de sus fuentes termales, celebres en el siglo XIX, a las que acudían la flor y nata de la burguesía y la aristocracia europea; desde Víctor Hugo a Napoleón III, pasando por François-René de Chateaubriand. Sus calles desprenden un aroma a Belle Époque, coqueto y cautivador. De él dijo Víctor Hugo “el valle es apacible, el esparcimiento es silencioso. El viento calla. De repente en un recodo de la montaña aparece el torrente. Es el ruido de la pelea”. Ostentosos hoteles decimonónicos y viejas estaciones de ferrocarril, testigos de una época que han sabido a captarse a los tiempos modernos.

No nos detenemos y continuamos hacia las viejas Termes de Griffons. Entorno de gran belleza donde confluyen las agitadas aguas de los torrentes de Gaube y de Marcadau que se precipitan por escalonadas cascadas con un sonido atronador.

Pedaleamos envueltos en un tupido bosque de abetos; rojos, oscuros, esbeltos. La carretera se pone aun más cuesta arriba; no tanto como a las pobres mulas que durante siglos cruzaron por estos lares camino de España, de ahí su nombre. Estamos a los pies del Vignemale, la gran montaña del Pirineo francés. La carretera no continua; más arriba un bellísimo lago, el de Gaube, que no veremos.

Regresamos sobre nuestros pasos para llevarnos otra sorpresa; después de Cauterets, nos adelantan dos ciclistas del Tinkoff. Parece Alberto Contador, y efectivamente un poco más abajo, retenido por unas obras, estaba nuestro campeón, ha venido a reconocer la etapa del Tour 2015 que termina en Cauterets.
Es pronto y el clima parece darnos un respiro, decidimos intentar la subida al Col d´Aubisque. Y allá que nos fuimos. Como cambia el paisaje entre un día y otro, llueva o haga sol, aunque lo del sol tampoco estaba claro, pero no tenía pinta de que nos fuéramos a mojar.

Preciosa la carretera entre el Saulor y el Aubisque bordeando el Circo du Litor en el valle de l'Ouzom, no apta para los que sufran de vértigo. Carretera construida en la época de Napoleón III para la unión de los valles termales de los Pirineos, esta colgada de las paredes calizas, sin más sujeción que su propia anchura, dos pequeños túneles la ayudan a sostenerse, buena para que sesteen, indolentes, los mastines del pirineo. Más abajo, a mitad del precipicio el grito de una rapaz rasga el aire. Ultimas rampas que desembocan, exigentes, directamente en la cumbre del Aubisque. Cima de viento y niebla, de frío que contrae, que hace temblar, que nos desaloja rápidamente de la cúspide. Temblorosas fotos para el recuerdo y regresamos rápidamente por la misma carretera. 
  
Argelès Gazost, miércoles 17 de junio de 2015  

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