lunes, 7 de marzo de 2016

Las Mil Curvas en mis 60 primaveras




Esto de las nuevas tecnologías te depara a veces sorpresas. Hoy las fotos nos han salido con unas “artísticas estrellas”. Al principio pensé que la maquina se había estropeado el otro día en Inazares, al quitar las salpicaduras de barro había rallado el objetivo, pero no, solo ha sido una defectuosa manipulación de algunas características de la maquina. Aparatos minimalistas que no se adaptan a dedos gruesos como los míos y la presbicia tampoco ayuda; por error marqué “destellos” y ahí están los resultados.



Habíamos quedado algunos compañeros ferroviarios en hacer una escapadita por Sierra Espuña; las Mil Curvas en concreto. El día previo a la salida, las previsiones meteorológicas daban agua, bien es cierto que para el medio día, pero suficiente para justificar la desbandada general. A la salida solo nos presentamos Fuentes, los “lobos” y yo. A las 8.30 tomábamos el tren de cercanías hasta Alhama y comenzábamos nuestra aproximación a las Mil Curvas.



Esta ruta es una verdadera gozada; es un sendero que desde el canal del trasvase Tajo-Segura, asciende zigzagueando la solana del barranco de Azaraque hasta Fuente Alta. El Pico Moriana nos vigila por nuestra derecha y al frente nos espera la Cabezuela de los Lobos. Precisamente este topónimo es el mismo que como apodo ostentaba con orgullo el abuelo de dos de nuestros compañeros, los hermanos José y Pedro, que regentaba un bar en Santiago El Mayor.



Las “mil curvas” es un topónimo que pretende reflejar la realidad; una y otra vez el sendero se retuerce ladera arriba, zigzaguea para sortear el desnivel formando curvas cerradas de 180 grados sin apenas espacio; y para ponérnoslo difícil, un piso pedregoso y roto que hará que nos esforzarnos poniendo a prueba toda nuestra habilidad.



El tiempo apremia y Pedro trabaja de tardes, decide regresar. No queremos dejarlo solo, al menos le acompañaremos hasta el Jarro de Oro, desde allí ya pude volar solo. Nosotros nos entretendremos con unas cervezas y algo para picar. Y para celebrar mis “60 primaveras” que mejor que unos gin tonic.


 
Murcia, 7 de marzo, víspera de mi cumpleaños.  

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