Fantasmales pueblos entre la niebla, proyectos de bosques
tenebrosos, perros que ladran ocultos en la distancia, sufrimiento. Porque hoy
toca sufrir, subiremos cinco puertos y docena y media de medios puertos y
cuestas varias hasta llegar a Grandas. Las hay de todas las distancias y
porcentajes, desde la salida de Lugo hasta un kilómetro antes de llegar.
Hemos bajado desde la muralla hasta el río para comenzar las
subidas del día. Rampas del 14 y 16 % nos ha regalado el camino nada más
comenzar. Camino de arena entre umbríos bosque que hemos mantenido unos diez
kilómetros hasta enlazar con la carretera de Asturias.
No puedo decir que a partir de ese momento todo haya sido
más fácil. Hoy como ayer, seguimos en tierras gallegas, esas que no tienen un
solo kilómetro de llano. Uno tras otro se has sucedido cuestas y puertos;
Baqueriza, con sus casi novecientos metros, Fontaneira con 936 metros, Alto de
Cerredo, 960, el subidón de A Fonsagrada, el alto Do Acevo de 1.050 metros. Ya
estamos en Asturias pero las meigas no deben de entender de fronteras, nada más
bajar el anterior comienza otra subida y aquí viene lo mejor, este puerto tiene
casi el mismo nombre que el anterior; puerto de Acebo, y tiene 20 metros menos.
Lo malo no han sido los cinco puertos en la jornada, sino
que entre uno y otro se nos regalaba alguna que otra cuesta de esas que se
quedan en el corazón y destrozan los riñones. Porque de piernas andaba bien,
pero me fallaba todo lo demás. Que contaros de las posaderas tras horas de
pedalear a un ritmo constante de 6 o 7 kilómetros por hora; muñecas y cuello no
le andaban a la zaga. En alguna subida era tal la monotonía, a esas horas del
medio día que tenía que hacer un esfuerzo suplementario para no dormirme. Toda
la jornada con velocidades de 5 o 50, lo malo es que las de cinco duraban horas
con un sol de justicia y las de 50 un suspiro.
Del paisaje que os voy a contar, bosques y prados se
alternaban monótonos, se intuían ríos cantarines que la vegetación hacia
invisibles; como a las aves, se la oían y nada más, salvo una pareja de águilas
cerca del puerto del Acebo a las que estive viendo evolucionar un buen rato.
Lo mejor el tapeo que acompañaba a cada cerveza, y con este
sol, han sido muchas durante el recorrido; y muchas más ya en destino tras la
ducha. Pasta, carrilleras y lacón ha sido la cena.
Son más de las once y estoy cansado, no tengo conexión, así
que mañana será otro día. Pensamos llegar a Tineo, pero eso se vera mañana.
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