lunes, 6 de junio de 2016

Triangulo Santo - Jornada 0


Magnifico el lechazo de Arévalo. Jugoso y crujiente en su justa medida que hemos acompañado con una ensalada templada de bacalao. Para finalizar; torrija con confitura de naranja amarga; de vicio.



Juan Bautista estaba, como es habitual en él, en la puerta de mi casa a la hora acordada. Al final el que se ha retrasado un poco he sido yo; me ha costado un buen rato borrar los 32 gigas del la llave de memoria que me quería traer, al ir a guardar los archivos del Triangulo Santo, descubre que está llena. Esto pasa por dejar las cosas para última hora.

Del recorrido poco que contar, un coche de alquiler y parada en la Roda, bar Juanito a desayunar. Una torta de chicharrones y unos cafés han sido suficientes. Parada para comer en el Figón de Arévalo y sin solución de continuidad hasta Santiago.

No hemos equivocado con el alojamiento, escogido en un principio por su proximidad a la estación de ferrocarril. Al llegar en tren no quería que estuviera muy alejado y una noche se pasa en cualquier sitio.
Para la cena; unas pizas y a la cama. Mañana nos espera un día duro, unos cien kilómetros hasta Lugo y mucho desnivel acumulado debido al continuo subir y bajar por estos viejos montes gallegos.

Mariano Vicente, en Santiago a 5 de junio de 2016


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