Calatayud nos despide con una temperatura que en nada se
parece a la de días anteriores, mucho más suave ronda los 20 grados. El cielo
relativamente despejado y la carretera en buen estado convierten en un
verdadero placer el pedalear. Pasan pueblos apellidados del Jiloca y otros que
han renunciado a ello. Daroca está a mitad del recorrido; la vieja dama se
quedo sin autovía y sin AVE y ahora vive de los recuerdos. Calamocha nos recibe
con un cielo revuelto, nubes negras descargan cortinas de agua; pues muy bien,
nosotros nos ponemos a resguardo en Casa Mariano, nos distraemos con unas
carrilleras al horno que añudan a amenizar la espera.
No tenemos prisa, apenas nos quedan unos kilómetros para
llegar a nuestro destino. Durante el camino, comprobada nuestra buena marcha,
en especial por el viento a favor, hemos barajado la posibilidad de llegar
hasta Teruel en lugar de finalizar en Monreal; cincuenta kilómetros más no nos
iban a asustar. Lo que nos ha hecho desistir ha sido la imposibilidad de
encontrar alojamiento, una oposición que tiene lugar mañana en Teruel ha
colapsado todos los alojamientos de la ciudad. Una pena pues nos hubiera
ayudado a racionalizar las etapas siguientes.
En el alojamiento estábamos a primera hora de la tarde. Como
hay tiempo, colada a fondo, además hay una terracita que facilita todo el
tinglado de tender la ropa. Una siesta y un paseo por el pueblo, corto que
tampoco es muy grande, para hacer tiempo para cenar.
Tras la cena me pongo a escribir estas líneas con la
intención de subirlas al blog, vano intento, la wifi esta, pero tan débil que
es imposible hacer nada con ella, no me queda más remedio que dejarlo para
mañana o bajarme al comedor. Si veis publicado esto hoy es que he bajado al
comedor.
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