Hoy ha amanecido la mañana aciaga. Todo iba bien, nos hemos
levantado un poco antes de lo habitual para salir pronto con el objetivo de
llegar a buena hora a Potes y subir al monasterio de Santo Toribio. Pues no, la
rueda trasera en el suelo, totalmente vacía. No hay más remedio que cambiar la
cámara, y es la segunda de las dos de repuesto que llevo y además será casi
imposible comprar otra hoy sábado y por estos pueblos. Creo que no será posible
hasta el lunes en Burgos. Habrá que arreglarse con unos parches.
La AS-114 será hoy nuestra primera compañera, ella nos
llevará bordeando los Picos de Europa hacia Panes, donde la sustituiremos por
la nacional 621. Siguiendo primero el cauce del Güeña a contracorriente para
serle infiel con el Casaño, esta vez corriente a favor, que alcanzaremos tras
una emocionante bajada. Pasarán las poblaciones de Carreña y Póo, antes de
entregar sus aguas en Valdelabarca al Cares que baja bramando de la opresión de
su garganta que busca su la libertad por un desfiladero más abierto. Aguas
cristalinas nutren cotos salmoneros, centrales eléctricas salpican su cauce. Él
continúa su andadura, poderoso y veloz entre las calizas, hasta llegar ya en
Panes a un abrazo mortal con el Deva que les llevará a diluirse en las aguas bravas
del Cantábrico.
A partir de Panes seguiremos el Deva por una estrecha
garganta de altas calizas con formas caprichosas, que imponentes, amenazan con estrangularlo.
Se defiende el Deva jugando al escondite entre fronda y rocas, saltando y
retorciéndose, buscando siempre su camino que no es otro que el de conseguir la
libertad, ya femenino, en San Vicente.
A veces uno se cansa de ver a la gente comportarse de
forma servicial e incluso servil, quizá
por intereses crematísticos o espurios, no lo sé, mientras con uno se muestran
indiferentes y altaneros. Muchos kilómetros de esfuerzo físico, pero no sólo;
también familiar y económico, para que la insensibilidad sea la nota dominante.
No hermano, no podemos esperar empapados hasta el tuétano tras la subida hasta
el monasterio a que ustedes decidan recibirnos. Gracias por sellarnos la
credencial, pero queríamos besar la Cruz. Sé que ustedes son hombres muy
ocupados, pero nosotros también tenemos nuestras prioridades y no hemos
pedaleado durante más de cuatrocientos kilómetros y otros más de mil que pedalearemos
hasta Caravaca, para sentarnos a esperar a que alguien decida atendernos.
Hoy Luisa y Carlos, unos amigos de Santander, nos han dado una alegría; se han acercado
hasta potes dejando a un lado sus obligaciones para tomar un vino con nosotros.
Como no; hemos hablado de todo, pero en especial de bicis, y sobre todo de clásicas
y me han sacado el compromiso ineludible –la verdad es que no sé como podré
cumplirlo, porque debo ya más días con este viaje de los que tengo para
devolver- de venir en septiembre a La Retrovisor. No sé, Luisa, Carlos, como lo
conseguiré, pero aquí estaré.
Tras su marcha, Juan Bautista y yo nos vamos a cenar y
siguiendo sus indicaciones lo hacemos en Casa Cayo y con sus callos como no. Riquísimos.
Repetiremos en cuanto tengamos ocasión.
vaya vidorra
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