Piedrasluengas desde Ojedo es un puerto que engaña bastante. Suave, con disimulo, coge altura y tu confiado crees que lo superaras sin despeinarte. Pero las cosas no son tan fáciles, sin grandes rampas, sin desniveles excesivos, va haciendo su trabajo. Te va minando muy poco a poco; pasan los minutos, las horas y sigues subiendo. Parece que estas arriba, pero es solo una ilusión, sigues, perseveras y por fin lo consigues. Tres horas y media de pedaleo constante, al mismo ritmo, notando como las alforjas cada vez pesan más, te pasan factura, he llegado mucho más cansado de lo que esperaba, tanto que la bajada hasta el embalse de Requejada se me ha hecho eterno y no digamos la pequeña subida antes de Cervera de Pisuerga.
No había comido nada desde el desayuno, tostadas y café, y estaba agotado, no podía pasar de Cervera sin tomar algo. Pregunto a unos paisanos que están tomando el aperitivo:
-Buenos días, ¿para comer por aquí?
-Pues mire usted, para no equivocarse vayan ustedes a Peñalabra. Verán como les gusta. Sigan esta calle hasta el final y ya lo verán.
Hoy cumplimos nuestra primera semana de viaje desde que comenzamos a pedalear en Santiago. Una semana atravesando Galicia, Asturias y Cantabria para estar ya en Castilla-León. Siete días, 612 kilómetros y 10.110 metros de desnivel acumulado. Pero esto no son más que datos, lo importante es lo vivido, el paisaje, los pueblos, sus gentes. La compañía de mi amigo Juan Bautista; los amigos que han venido a nuestro encuentro; los que nos dan su apoyo y su calor a través de algo en un principio tan frío como las redes sociales. Pero mucho más importante para mí es el esfuerzo silencioso de esa sufridora en casa, que se ha sacrificado en soledad para que yo pueda cumplir mi sueño. Todo lo que está detrás, lo que no se puede medir y es lo que verdaderamente importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitar este blog. Si le apetece puede dejarme su comentario.