domingo, 20 de noviembre de 2016

Sendero del Águila



Decididamente tengo que plantearme algunas cuestiones; no sé si es la edad pero cada día le doy más vueltas a la cabeza. En estos momentos mientras subo por el camino del Abuznel y los demás se van alejando lentamente impidiéndome desarrollar mi yo más social y abocándome a la búsqueda de ese yo interior que no llego nunca a descubrir me pregunto que hacer; entrenar más y comer menos para bajar algo de peso, o comprarme una bici eléctrica, lo que me permitiría el desarrollo de ese yo social que en estas salidas no llego nunca a alcanzar. Por más que me esfuerzo siempre termino a mi propio ritmo que normalmente no coincide con el de los demás. Lo curioso es que en el grupo hay gente de muy diversa forma física; incluso, estoy convencido, que peor que la mía, no obstante logran ir todos juntos y yo no. Tengo que hacermelo mirar.



Hoy nos hemos reunido a las puertas del Jarro de Oro, y solo eso, porque estaba cerrado, seis compañeros con ganas de realizar la ruta que ha preparado Juan Bautista, nuestro hombre “Espuñero”. Ruta que comienza subiendo por el cordel de Librilla y el camino del Abuznel, en la solana del Cabezo de los Lobos, para salir al Centro de Visitantes Ricardo Codorniu y por la senda de los Siete Hermanos buscar el sendero del Águila. Hace un magnifico día; sol y una temperatura ideal, a pesar de encontrarnos en pleno mes de noviembre. Bajamos las bicis de los vehículos y en unos pocos minutos estamos ya en marcha. Comenzamos en frío con subidas importantes que nos calientan en pocos minutos. El camino, en en relativo buen estado, se retuerce hacia el canal del trasvase hasta cruzarlo y continuar con el mismo tono por la solana del Abuznel.



Los compañeros me dejan atrás, poco a poco eso si, pero me dejan. Una vez que cojo un ritmo, no me siento capaz de alterarlo para alcanzarlos. Sigo y sigo como una pila defectuosa de esa marca del conejito. Pero bueno que le voy hacer, a mi edad, ya no voy a cambiar. En el collado que da paso al nacimiento de la rambla del Azaraque me esperan y nada más llegar, con mucho recochineo por su parte, se oye: -vámonos que ya esta aquí. Muy graciosos los zagales. Supongo que mucho no han esperado, no les hago caso y continuo sin detenerme obligándolos así a tener que seguirme. Volvemos a subir hasta enlazar con la pista que viene de la Casa de la Fuente de las Zorras para desembocar en la carretera de Fuente alta.



Esto es una verdadera manifestación, ciclistas por todos lados; por la carretera, los caminos, los senderos. Todo esta esta tan lleno que cuando me encuentro con Rafa Guzman, un viejo amigo ciclista ahora reconvertido en motero, me dice que han subido a almorzar a la Fuente del Hilo, pero que se van a probar al Berro, que aquí es imposible. Nos despedimos y sin dilación continuamos subiendo hacia La Perdiz para entroncar, antes de llegar, con el sendero de los Siete Hermanos. Ahora si, esta es la parte que me gusta, en la que no me dejan atrás, en la que normalmente me siguen ellos y solo logran adelantarme si me detengo para hacer una fotografía. Son zonas de senderos angostos, con dificultades de paso, algo pedregosos que nos obligan a concentrar nuestra atención en los pocos metros que podemos ver por delante, con subidas y bajadas importantes, pero normalmente cortas, en las que la adrenalina se dispara y uno se siente feliz. Tras algunas revueltas, el sendero nos devuelve otra vez a la carretera de Fuente Alta. Nuestro verdadero propósito es introducirnos por el barranco de Leyva para buscar el comienzo del Sendero del Águila.



Nos introducimos en el barranco de Leyva que va a desembocar al de Espuña. Pasado casa Leyva, en la que hay un grupo excursionista, cada vez nos vamos encontrando con menos gente, vaya en bici o andando. Pasamos Fuente Bermeja para tomar una estrecha vereda que va colgada de la ladera norte; es el sendero del Águila, abierto solo de julio a diciembre para respetar la época de cría de las rapaces. El sendero es verdaderamente precioso, estrecho y virado, técnico en algunos puntos, pero divertido y ameno. Te obliga a ir concentrado en el palmo de anchura que tienes delante de la rueda, pero disfrutas. Procuro pasar desapercibido, en silencio, que no resbale ni un taco, con la degradación justa para que la maleza no lo invada en los seis meses que esta cerrado. Si quieres ver el paisaje no tienes más remedio que detenerte en un recodo y contemplar el enorme barranco, garganta incluida, que ha logrado horadar algo aparentemente tan pequeño como el río Espuña. La naturaleza siempre me sorprende.



Por desgracia el sendero se acaba poco después de pasar la tubería del Canal del Taibilla que sirve o servía, no lo sé, para dar fuerza a la central eléctrica del Rápido de los Molinos, aprovechando el desnivel de 162 del canal. Le tendré que preguntar a Juan Bautista, que para eso trabaja en una importante empresa eléctrica, porque aquí mismo hubo otra, la Fabrica de Electricidad de Alhama, construida en 1902 y que se surtía de la caída del Caño de Espuña de casi 200 metros de desnivel. Ahora es el trasvase Tajo-Segura el que nos sirve a nuestros propósitos, que abandonamos por la rambla del Molino. Nos volvemos a divertir; la rambla nos regala un divertido sendero, no exento de complicaciones, que nos obliga a extremar la precaución si no queremos terminar con nuestros huesos en el suelo. Esto llega a su final, hemos pasado un estupenda mañana de ciclismo en compañía de los amigos. A algunos los hemos echado de menos sobre la bici y a otros también en el verdadero final de la ruta, él que siempre hace nuestro grupo al rededor de una buena mesa.



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Mariano Vicente, 19 de noviembre de 2016.