miércoles, 5 de abril de 2017

Camino Santiaguista de Caravaca: De lo acontecido el tercer día

 

La iglesia está cerrada, el local parroquial también, por lo que me acerco hasta el Ayuntamiento que está en una plaza aledaña. Me atiende una guapa funcionaria que me pide, casi me suplica, que rece por ella en Caravaca, y eso hice que lo prometido es deuda y además no cuesta nada. La salida es en bajada y llevo una buena velocidad lo que hace que sienta todo el frío de mañana. Me rebasa un vehículo de la Guardia Civil y lo hace a menos de medio metro; ¡dando ejemplo! Villares se aparece fotogénico a contra luz y al descender hacia el valle del Segura el paisaje se transforma, los campos de cultivo, el monte bajo y el matorral se transforma en un esplendido bosque de ribera. Salir del cauce no es tarea sencilla, seran un buen numero de kilómetros y porcentajes superiores al siete por ciento antes de llegar Férez, aupado sobre un cerro cercado por almendros y olivos, al Frez de los romanos, pueblo de mi amigo Julio y que espera poder disfrutar más amenudo cuando termine de rehabilitar la antigua casa de sus abuelos, fue conquistado por Fernando III y entregado a la encomienda santiaguista de Socovos. No he estado nunca pero dicen que son célebres sus encierros a primeros de octubre y que es famosa su repostería a base de fritillas, hojuelas y suspiros.



Socovos es el siguiente pueblo que desde el Tratado de Alcaraz se convirtió en cabeza de encomienda santiaguista que aglutinaba los términos de Letur, Férez, Lietor y la Abejuela, aprovechando los cristianos para su propio uso el anterior castillo árabe del siglo XII. Como en casi todos los pueblos las iglesias están cerradas por lo que acudo al ayuntamiento a sellar la credencial, allí me atiende un funcionario amante a la historia y de su pueblo, me recomienda encarecidamente que busque información de Ibn Hamusk, antiguo caudillo de Socovos y suegro de Ibn Mardanix. Me hago una foto junto a la iglesia de arriba y me dirijo entre huertos de olivos y almendros hacia la iglesia de abajo que luce en su portada el escudo con la cruz de santiago y dos conchas peregrinas, una a cada lado. Desde la iglesia el castillo casi se puede alcanzar con la mano, flanqueado de almendros en flor que de algún modo compensan del deterioro de sus murallas. Al medio día, al otro lado del castillo, hay una noguera que dicen ya etaba allí con los árabes y que puede ser la más antigua de Europa con más de ochocientos años. Retorno a la carretera, amplia y bien asfaltada en dirección a Tazona y con porcentaje negativo ¡una gozada! Olivos centenarios interrumpidos por algunas vides nos acompañan a lo largo de algunos kilómetros. Es lugar fronterizo entre Albacete y Murcia y pronto encontraremos los grandes cateles que así lo indican. Algunas manchas de pinar interrumpen campos de almendros, otros, baldíos, están plenos de flores. Tras cruzar el río Alhárabe, Moratalla aparece encaramada sobre un promontorio a la sombra de la sierra de los Álamos, entre el caserío destacan imponentes la iglesia de la Asunción y la torre del homenaje, única que queda y que estaba acompañada por otras cinco que completaban el recinto amurallado: Redonda, Blanca, La Magdalena, Quebrada o de los Limones y la de Los Cuatro Vientos. Moratalla en un pueblo de vaquillas, en julio sus calles se animan, corren sus gentes y el ganado bravo pulula a sus anchas, pero tambien es pueblo de recogimiento, amante de sus procesiones, eso sí, algo especiales por la desordenada y variopinta mezcolanza de tunicas y nazarenos, por el ensordecedor tronar de su multitudinaria tamborada y por sus mazapanes de yema de huevo.




Pero no me quiero entretener, Caravaca esta al otro lado del pico del Buitre, que rodearemos por el este, aunque esto no nos evitará algunos kilómetros de subida. Nunca he recorrido esta carretera, siempre que he ido de Moratalla a Caravaca lo he hecho por caminos, normalmente siguiendo el Canal del Taibilla [3], y tambien he hecho el mismo recorrido con el Camino De la Vera Cruz o el Triángulo Santo, así que esto será para mi una nueva experiencia. Una curva a derechas y allí esta; el Santuario-fortaleza de la Vera Cruz y a sus pies Caravaca entera. Entro rodeando la iglesia del Salvador por si esta abierta, pero lo dudo mucho, son más de las dos de la tarde y es probable que este cerrado tambien el Santuario, a pesar de todo decido subir y efectivamente está cerrado hasta las dieciséis horas lo que me permitirá hacerme alguna foto junto al monumento de los Caballos del Vino y comer como una "persona", nada de barritas, en una de las terrazas de la Plaza del Arco. Sastifechas las apetencias carnales, ¡que buena estaba la oreja!, llega la hora de las espirituales, visita a la iglesia; rezo por mi y por los demás, doy gracias a Díos por permitirme hacer lo que me gusta y le pido que me conceda el don de seguir haciéndolo. Resueltas las cuestiones espirituales paso por la Oficina del Peregrino, sello la credencial y obtengo mi Caravacensis. Cumplidos todos mis compromisos dudo en seguir hasta Murcia con la bici o tomar el autobus, no sé que será lo más "pesado", pues el de las cinco de la tarde "pasa por los pueblos".



Mariano Vicente, miércoles 29 de marzo de 2017.

Historia Jubilar 

La historia de la aparición de la Cruz y las posteriores peregrinaciones comienza en el año de 1232 aun dentro del territorio mardanisí del reino de Murcia. Cuenta la leyenda que enterado el sayid musulmán de Caravaca Zait-Abut-Zait de que entre sus prisioneros se encontraba un clérigo cristiano, quiso saber de sus ritos y le pidió que celebrara una misa. Trajeron de la misma Valencia todo lo necesario para la celebración y estando el padre Chirinos comenzando la consagración cayo en la falta de la Cruz. Detuvo el oficio, pero en ese momento, dos ángeles penetraron por una claraboya portando la Cruz. Echo tan singular conmovió al moro que se convirtió al cristianismo. Pero lo más probable es que la Cruz fuera traída hasta Caravaca por la Orden del Temple, convirtiéndola en una Cruz de Frontera, símbolo de protección frente a los nazaríes granadinos. Pronto adquiere fama de milagrosa obrando grandes prodigios, los cautivos liberados llegan hasta el Santuario a depositar con devoción sus exvotos a los pies de la Cruz. Rápidamente se extiende su fama por los reinos cristianos de la Península y numerosas Órdenes Religiosas -franciscanos, jesuitas, carmelitas de San Juan De la Cruz y Santa Teresa, se establecieron en Caravaca. Su fama se fue ampliando hasta alcanzar toda Europa y América Latina, algo a lo que contribuyeron de manera muy especial los jesuitas.
La Cruz de Caravaca es un "lignum crucis" un trozo del Madero en que fue crucificado Jesucristo. Fue descubierto en el sigloIV por Constantino (335-347) o por su madre Santa Elena y de la que se hicieron tres partes, una se entrego al patriarca de Jerusalénn, las otras fueron llevadas a Constantinopla y Roma. Es una cruz pectoral oriental que según la tradición perteneció al patriarca Roberto, primer obispo deJerusalénn en 1099. Ciento treinta y cinco años más tarde aparece en Caravaca, por eso se le aplican los epítetos de "Santísima" y "Vera", por pertenecer a uno de los tres trozos en que se dividió el madero de la crucifixión de Jesucristo.



Libro de Bitacora: 29/03/2017

Temperatura: 15-20 º
Nubosidad: Despejado-Nubes aisladas
Viento: Flojo del Suroeste
Distancia: 68 km
Desnivel+: 924 mts.
Desnivel -: 952 mts.

Track: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=17064695

algunas fotos… (https://flic.kr/s/aHskS4qENn)

martes, 4 de abril de 2017

Camino Santiaguista de Caravaca: De lo acontecido el segundo día




La niebla es tan espesa que apenas se ve nada. Hago un poco de tiempo charlando de rutas y bicis con el propietario del hostal mientras desayuno, pero no queda más remedio y me hecho a la carretera, la jornada es larga y no hay tiempo que perder. Pongo las luces y comienzo a pedalear. Del paisaje nada, solo una bruma blanca que lo envuelve todo; hay una “ventaja” los pocos coches que pasan van tan despacio casi como yo. En Montiel, la niebla deja ver algunos metros más, los suficientes para saber que estoy en el pueblo. Visito la iglesia de San Sebastián y en dirección contraria, al final de una calle, sobre el monte, parece intuirse algo parecido a un castillo. Continua la carretera por un bonito paisaje entre colinas que la niebla empieza a dibujar, encinas y pastos se alternan chorreantes de humedad y las redes que tejen las arañas brillan como diminutas perlas engarzadas en simétrico orden. Continuo hasta Villanueva que supero sin pena ni gloria. Bajo hacia el valle que ya deja ver las primeras estribaciones montañosas. Povedilla se queda atrás. Sobre un cerro, recortando su silueta sobre un cielo aún brumoso, destaca la Muy Noble y Muy Leal villa de Alcaraz, título concedido por los Reyes Católicos por su apoyo contra el marqués de Villena. Nuevo es el actual caserío aunque anda ya por los diez siglos. El anterior pudo estar en la zona de Los Batanes, famoso en época califal por sus alfombras y tejidos y hasta es posible que se construyera sobre el enclave íbero de Urcesa. Por aquí también anduvieron los romanos, dejando su impronta en el puente del Canto. En época más reciente 1213, Alfonso VIII la conquista cediéndola a la Orden de Santiago, que desde la Sierra de Segura defendía la frontera sur de Castilla del emirato murciano. Otro insigne rey, de especial cariño para los murcianos, fue Alfonso X El Sabio, que gustaba de pasar aquí largas temporadas gastando su tiempo en la caza y la composición de bellas cantigas como la del Niño de Alcaraz. Pero Alcaraz es sobre todo su Plaza Mayor, para mí una de las más bellas de la Península. Rectángulo irregular dominado al este por la iglesia de Santa María y Santísima Trinidad en bellísimo enfrentamiento de su torre campanario con la del Tardón, apoyada en el convento de Santo Domingo. Al oeste y al sur, las arcadas de la Lonja de la Rogatoria y del ayuntamiento. Estrechas calles desembocan en la plaza, retorcidas de escalones, plenas de geranios y hornacinas, cubiertas de arcos y piso empedrado. Cada vez que la visito tengo la misma sensación extraña, de que los parroquianos del bar "El Casino", bajo las arcadas de la lonja, son siempre los mismos, en la misma posición, como si más que vecinos fueran una estampa típica o la escena de un museo popular de cera. Me gustaría entrar al pueblo, contemplar sin prisas la belleza de los numerosos rincones que nos deparan sus calles, donde el tiempo y la historia se detuvieron hace ya mucho, pero hoy no puede ser, hay que seguir haciendo camino. 



Comienza la sierra, como aperitivo tomo un camino asfaltado que sale por detrás de la gasolinera y que se dirige a una almazara y al Santuario de Cortes un importante centro de peregrinación. Pero antes el paso de un arroyo nos va a deparar las rampas más fuertes de la jornada, menos mal que solo son cincuenta metros. En 1265, Alfonso X y su suegro Jaime I de Aragón, a la sazón repartiéndose la Península, celebran cortes conjuntas en una pequeña atalaya que había en el lugar, son informados de que en la iglesia se apareció la Virgen y deciden su ampliación y conversión en hospedería, dando lugar al monasterio actual que hoy regenta la comunidad religiosa de las Dominicas. Continuamos subiendo con rampas que oscilan entre el siete y el nueve por ciento. Los montes se pueblan paulatinamente de carrascas y pinar, este último cada vez más abundante y la soledad se apodera del paisaje, solo rota por poblaciones como La Hoz o Peñascosa, después nada. Camino despacio, todo el desarrollo puesto, solo el sonido el viento entre las hojas. Unos carrizos, más allá unos escasos pastos, sombras pardas levantan la cabeza y corren a cubierto, son hembras de ciervo, tres o cuatro, que se pierden el la espesura, sigo solo. Comienza la bajada, la carretera rota, pero no me impide adquirir una buena velocidad, se nota más el frío empapado como voy. Alcanzo la carretera que viene de Paterna del Madera; río que junto al Mercal, formara el Bogarra hasta desembocar en el Mundo. Antes del pueblo, como regalo, unas rampas del once por ciento que nos prepararan para el siguiente puerto en dirección a Ayna. 



Bogarra me trae recuerdos de un tiempo que ya no volverá, de cuando mi hijo no superaba los diez años y hoy alcanza la edad de Cristo, de una aventura que siguiendo la linea de las películas de Sergio Leone podíamos titular El Viejo, El Niño y El Inconsciente, porque aquello fue de película. Mi suegro, mi hijo y yo, habíamos pasado la tarde enredando por Riopar Viejo, siesta incluida, en su castillo-cementerio sobre las lapidas aun templadas por los últimos rayos del sol de la tarde. Era otoño y decidimos acercarnos hasta el río Bogarra, a un paraje aguas arriba del pueblo en la confluencia con un arroyo y en él que según mis informaciones había un camping. Llegamos al anochecer por una pista sin asfaltar que nos introdujo hasta una explanada que recordaba muy ligeramente lo que podía ser una de estas instalaciones. Nada había salvo un especie de chamizo acristalado, que con muy buena voluntad podíamos darle el titulo de merendero, por supuesto; cerrado. No nos importo demasiado, ya de noche cenamos algo y tras consultar el mapa decidimos acercarnos hasta la población para tomar una bebida caliente. Había un sendero que llegaba hasta el pueblo por la margen derecha del río, total eran solo unos tres kilómetros y así lo hicimos. Nosotros estábamos en la margen izquierda y poco más adelante debía estar el puente para cruzar al otro lado, pero solo encontramos un pulido tronco atravesado de una a otra orilla, húmedo por el relente, y ahí tenemos al Viejo, al Niño y al Inconsciente haciendo equilibrios para no terminar en el fondo del río. Una vez en el pueblo y tras tomar unos cafés, buscamos otra forma de regresar. Después de explicarle al camarero donde teníamos el vehículo y las dificultades para el regreso nos dijo:

-Donde están ustedes es del señor Alcalde, él les puede llevar.
-Ah!
-Y donde puedo encontrar al señor Alcalde a estas horas.
-No se preocupe él vendrá por aquí de un momento a otro, este bar también es suyo.

Algún tiempo después -ya habíamos tomado algo más que un café-, llego el señor Alcalde y al enterarse de nuestro apuro, inmediatamente se ofreció a llevarnos, y no solo eso; nos dijo que no nos preocupáramos por el desayuno del día siguiente, que él iría con su esposa a prepararlo. Así, de paso, "regularizó" la estancia en lo que él llamaba con orgullo "su camping". Y nosotros agradecidos.



Salir de Bogarra es duro, nos esperan varios kilómetros de fuertes rampas alrededor del nueve por ciento. Paciencia y desarrollo, que los kilómetros empiezan a pesar en las piernas. No quiero parar en el pueblo y ganar así algo de tiempo, como unas barritas y continuo mi camino. Bajar hacia Ayna es toda una gozada, la carretera perfecta, las curvas con el radio justo para tomarlas sin frenar, el viento en el rostro y una sonrisa de oreja a oreja. Con que facilidad olvido las penurias en cuanto el porcentaje se hace negativo, hasta que la Dirección de carreteras me la borra de la cara con un buen susto un enorme cartel decía:

ATENCION Ctra. CM-3203 cortada en P.K. 60 (Acceso permitido a Ayna). Desvío por CM-3213 (Hellín).

¡Díos mio, que hago yo ahora! ¡Dónde está el puñetero kilómetro 60! Decido descender hasta Ayna y preguntar en el pueblo. Según bajo, veo los motivos del cartel, a la salida del pueblo se ha derrumbado parte de la ladera de la montaña. Colgados de cuerdas los hombres se afanan trabajando en intentar solucionar el problema. Respiro aliviado, recuerdo un camino junto al río que me sacará del apuro, sale de la plaza del pueblo bajando hasta el Mundo para recorrer las pequeñas huertas aledañas al cauce hasta un punto de la carretera más allá del derrumbe. La última vez que estuve por aquí fue en pleno "Reventón" del Mundo en mes de diciembre de 2012 [2]. 



A la población de Aýna los árabes la llamaban "La de los Ojos Bellos", "La de las Fuentes Escondidas". Constreñido su caserío entre el monte y el río, se agarra como puede a la ladera, casi una única calle que termina junto con el pueblo en la plaza Mayor. Algunas bajan al río, tan empinadas, que uno corre el riesgo cierto de despeñarse hasta el Mundo, que durante años ejerció de frontera con el Islam defendida con mano de hiero por los caballeros santiaguistas. Hoy el sabor morisco de sus calles no conocen otras luchas que no sean sus encierros y un floreciente turismo.
Ya en la carretera un par de bichos, creo que son cabras, cruzan delante de mi y se me quedan mimirando con descaro. Me queda un último esfuerzo, salir de la garganta que ha labrado el río Mundo y llegar a Elche de la Sierra y para eso tengo que superar varios kilómetros al siete por ciento ¡como no! Lo demás será todo bajada. Siempre me ha intrigado el porqué de la construcción de ciertos pueblos como Royo-Odrea, porque hoy puede quizás vivir del turismo, ¿pero antes? desde ahí no se controla nada, no hay espacio para campos u huertas, colgado sobre el precipicio sin nada que hacer. En Elche localizo el hotel Moreno y ya no saldré de él hasta el día siguiente, cena, partido de la selección española de fútbol contra la francesa y desayuno incluidos.

Libro de Bitacora: 28/03/2017
Temperatura: 13 º
Nubosidad: Niebla y despejado
Viento: Sin viento
Distancia: 137 km
Desnivel+: 1685 mts.
Desnivel -: 1941 mts.

Track: (https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=17063834)

algunas fotos… (https://flic.kr/s/aHskS4qENn)

Mariano Vicente, 28 de marzo de 2017

domingo, 2 de abril de 2017

Camino Santiaguista de Caravaca: De lo acontecido el primer día



Faltan diez minutos para que el tren inicie la marcha desde la estación del Carmen. Lo hace con puntualidad ferroviaria y eso está muy bien porque tengo que enlazar con otro en Alicante. Este segundo tren tiene una ventaja, lleva un departamento especial para las bicicletas lo que te da algo de tranquilidad al no tener que estar constantemente pendiente de ella. Es un pequeño departamento que conforma el pasillo del coche central, está provisto de tres ganchos para colgar las bicicletas por la rueda delantera, la trasera se encaja en unas chapas en forma de "u" que impide que se desplacen y están provistas con una cerradura y candado que funciona con monedas como las taquillas de los supermercados. Otra de las ventajas es que dispone de maquinas de bebidas, lastima que solo contengan refrescos, me hubiera gustado algo más fuerte porque he comprado en el "Bar de Pepe el de los Jamones" un completo. Los bocadillos de este local, como su nombre indica, son de jamón con un chorrito de aceite, solo que al completo se le añade también tocino y es que en está época del año en la Mancha hace mucho frío y de alguna forma hay que combatirlo. Lo comeré antes de Manzanares disponiendo así de más tiempo a la llegada para visitar el pueblo.



El monótono rodar del tren induce a la melancolía, los recuerdos se agolpan en mi mente, van y vienen sin orden ni concierto hasta confundir pasado y realidad. Sobresaltado abro los ojos mientras la planicie se desliza por las ventanillas. Fuera debe de hacer frío, un manto gris lo cubre todo uniformando el paisaje. Es lo malo de tener días libres en está época del año, desistí de hacer el recorrido a primeros de febrero por las bajas temperaturas, pero ahora a últimos de marzo la situación es más o menos la misma, solo que los días son algo más largos. Desde mi asiento contemplo lo que pudiera haber sido la típica pareja manchega y del resto de las zonas rurales españolas de los años 60. Él boina calada hasta las cejas, pelliza negra y pantalón de pana que en algún tiempo fue también negro pero ahora es de un color indefinido; ella envuelta en media docena de suéter que una toquilla cubre pudorosa, las medias, opacas y gruesas, recogidas bajo la rodilla, en los pies unos botines en los que el borreguillo asoma por el borde, las manos cruzadas sobre el regazo y la mirada indiferente, algo muy alejado de los sofisticados diseños del modisto Manuel Piña en su museo de Manzanares. Un poco más atrás un chico escucha música, con los auriculares a tal volumen, que desde mi asiento puedo escucharlos perfectamente, creo que será un firme candidato al audífono, otra chica se ha situado junto a mi bicicleta y lleva más de dos horas hablando sin parar, los auriculares puestos y el móvil frente al rostro. Habla de amores y desamores, con aquél chico y con no sé cuantos otros, la pobre debe estar en un sin vivir con tanto ajetreo. Pasado Socuellamos sigo con el plan y doy cuenta del bocadillo, eso si, solo con el agua del bidón, no me gustan los refrescos, que le voy a hacer.



Aun no he contado que pinto yo en un tren con dirección a Manzanares. Todo empezó con un artículo sobre las Ordenes Militares, al contemplar en el mapa su ámbito de influencia comprobé como la de Santiago se extendía desde Murcia hasta los confines de la provincia de Ciudad Real donde era sustituida por la de Calatrava, si a eso le unimos que tenía unos días libres y que en Caravaca es Año Jubilar obtenemos la "tormenta perfecta". Si añadimos la facilidad para llegar allí en tren desde Murcia y gratis, -soy ferroviario-, que más se puede pedir..., quizá unos días de buen tiempo..., concretando que me voy por las ramas, el objetivo en este viaje es peregrinar a Caravaca de la Cruz a través de los territorios de las Ordenes Militares de Calatrava y Santiago que en el siglo XII dominaban el territorio fronterizo conquistado a los moros en una franja que con clara orientación sureste que iba desde Toledo hasta el reino de Murcia.



Faltan unos minutos para la una y media cuando el tren se detiene en la estación de Manzanares. Bajo y sujeto el equipaje, pongo en marcha el gps y trato de orientarme hacia el centro del pueblo. Por la avenida de la estación puede ser una buena forma de hacerlo. Llego a la plaza de la Constitución y al Ayuntamiento de llamativa fachada bermeja, en frente, se encuentra la Iglesia de la Asunción, un enorme edificio de un solo cuerpo y fachada plateresca en el que pretendo sellar la credencial sin conseguirlo por estar cerrada, algo que logro en el Ayuntamiento. Continuo callejeando entre antiguas casas blasonadas, la mayoría de dos alturas con balcones de filigrana y grandes portones de gruesa madera, para finalizar el recorrido en la Plaza de San Blas, donde se encuentra el Castillo de Manzanares. Es una fortaleza del siglo XIII con una maciza torre del homenaje y una hospedería, el sitio ideal para tomar un café antes de lanzarme a recorrer la inclemente llanura. De personal amable me invitan a visitar el local y hacer cuantas fotos me vengan en gana, cosa que hago con gusto y hasta me sellan la credencial: Castillo de Pilas Bonas. El pueblo se fue edificando a su alrededor; situado en estrategia confluencia entre los caminos de Andalucía y Castilla por donde pasaban importantes calzadas romanas o grandes cañadas reales como la Soriana. Este castillo pertenecía a la Orden de Calatrava, que se fundo tras una curiosa historia. A la muerte Alfonso VII le sucede en el trono Sancho III; mientras, la frontera con el Islam vive una situación critica y los caballeros del Temple que defienden la fortaleza de Calatrava consideran la situación insostenible, por lo que la devuelven al rey. El abad Raimundo de Fitero ve la oportunidad y da un paso al frente, acepta la oferta del rey Sancho III para hacerse cargo de Calatrava. Junto a Frey Diego Velázquez, viejo soldado, y otros monjes y mercenarios se instalan en Calatrava terminando por organizarse como Orden Religiosa del Cister. Muere el abad convertido en santo e insigne estratega en 1163 por lo que el rey concede a la Orden amplios territorios. Un año después la Orden queda convertida en milicia bajo Bula del Papa Alejandro III. 



Nosotros, para dirigirnos a nuestro destino, vamos a utilizar uno de los caminos más antiguos de la península, el que usaban los caballeros para unir los bastiones principales de las órdenes militares de Calatrava y Santiago. Desde Mazanares, en la planicie manchega, nos encaminamos en dirección sureste por los Campos de Montiel a Villanueva de los Infantes para continuar hacia la noble villa de Alcaraz. Entraremos en la sierra a la que da nombre para atravesarla por Bogarra y Ayna hasta Elche de la Sierra. Nos introduciremos por el noroeste murciano hasta alcanzar nuestro objetivo, que no es otro que la villa de Caravaca de la Cruz, inmersa en pleno Año Jubilar, ganando de paso algunas indulgencias que buena falta nos hacen, pues desde el 9 de enero de 1998, la Santa Sede concedió a Caravaca la celebración cada siete años y a perpetuidad de un Año Jubilar. 



San Carlos del Valle es una iglesia; la del Cristo y su imagen milagrera. Descomunal en la llanura, las cuatro cúpulas de sus torres refulgen doradas al sol a pesar de su negra pizarra. Nunca he entendido muy bien, ni siquiera por las afluencias devotas, como surgen en estos pequeños pueblos manchegos sus impresionantes iglesias. La portada está formada por un arco en cuyo interior hay una imagen de Santiago Matamoros, que por algo era el Patrón de la Orden. En la fachada oeste otro arco presidido por una imagen de Cristo crucificado acompañado de dos ladrones. La Plaza Mayor no es más que el atrio de la Iglesia; desmesurada, bella y extraña a un tiempo, decenas de columnas toscanas sostienen dos pisos de galerías corridas de madera que forman un rectángulo casi perfecto en el que la luz se refleja en sus cientos de cristales induciendo en mi la misma sensación de irrealidad que cuando la vi por primera vez. Sello la credencial en el contiguo ayuntamiento y continuo pedaleando en dirección a Villanueva por tendidos campos de cereal donde las encinas ponen el contrapunto a la uniformidad del terreno. Campos que traen recuerdos de otras rutas, de otros momentos. Más de diez años hace ya, fue en el año del centenario de la publicación del Quijote, realicé este tramo en sentido inverso hasta acabar en la Solana. Viaje alforjero por caminos de tierra, de frío y viento, mucho viento, que por algo la Mancha es famosa por sus molinos. [1]



Desde San Carlos estamos ya en tierras de la Orden de Santiago, existen sospechas de que su existencia es anterior al año de su confirmación en 1175 por la Bula del Papa Alejandro III. Algunos la suponen luchando junto a Ramiro I en la batalla de Clavijo, donde gracias a la ayuda del Apóstol los cristianos derrotan a los moros, e incluso que en el año 1030 tenía Maestre y Comendador en el reinado de Fernando I de Castilla. Pero lo más probable es que surja en 1170 bajo el reinado de Fernando II de León. Entre sus funciones estaba el defender las fronteras de la cristiandad, proteger a los peregrinos y procurarles hospitalidad, esto les hizo adherirse a la regla de San Agustín. Sus principales centros estaban situados en las provincias de Albacete, Cuenca y Cáceres. Villanueva aparece casi por sorpresa. Al principio solo es una iglesia maciza y oscura recortándose en el horizonte, después, poco a poco, el caserío se dibuja a su alrededor. Ciudad santiaguista, enclave barroco y renacentista, en sus calles se respira historia y cultura. Casonas, palacios, escudos nobiliarios. Su Plaza Mayor, de amplias balaustradas de madera y arcos de medio punto, la iglesia de San Andrés, el Ayuntamiento. Calles de sabor añejo, de caserones como la Casa-Cuartel de los Caballeros De Santiago, o la de Don Diego de Miranda, la del Caballero del Verde Gabán en la que Cervantes da cobijo a Don Quijote. Calles con sabor a cultura, por las que anduvo Quevedo enseñando poética, viniendo a morir en el convento de Santo Domingo. Sellar la credencial en la iglesia de San Andrés me cuesta una misa que doy por bien empleada en mi preparación para ganar el jubileo. El párroco, hombre cordial y nuevo en la iglesia, pues solo lleva en ella seis meses y no es el titular, no tiene muy claro dónde está el sello aunque cree que está en el camerino de la Virgen y tiene miedo de “romper” la puerta de entrada atascada entre gruesos muros de piedra, algo que conseguimos con la ayudad de un feligrés. Tras el sellado hablamos largo rato del Mundo, la sociedad, las costumbres y las tradiciones, pero se hacía tarde y debía cenar y regresar a mi alojamiento. A la tarde, cuando llegué, busqué donde pernoctar y reponer las fuerzas perdidas. Para lo primero encuentro un local que parece reunir las condiciones que pido, y no me equivoco es el hostal La Gavilla, uno de sus propietarios es también ciclista. Para el segundo deambulo un poco por las calles, pregunto a algún paisano y sin mucho convencimiento acabo otra vez en el hostal y nada de platos típicos manchegos; macarrones y chuletas de cerdo. 



Me recriminaba una amiga, profesora de literatura en Lorca, que a mis crónicas les faltaba "calor humano", "intimar con otros viajeros o peregrinos" ¡como si eso fuera tan fácil! Uno se monta en la bicicleta y se aísla en su pequeño mundo, circula por carreteras o caminos apartados, muchas veces por entornos deshabitados y cuando llegas a un pueblo, es difícil comunicarse con los demás que están a otras cosas. Normalmente tampoco tienes demasiado tiempo, preguntas para obtener alguna información, te detienes en algún bar, pronuncias palabras amables en respuesta al fingido interés del camarero por el viaje que estas realizando y poco más, en especial en los pequeños pueblos en los que no ves a casi nadie, menos si es pleno invierno o entre semana, ¡no se planta el personal en mitad de la calle a charlar contigo así como así! Al finalizar la jornada, llegas cansado, buscas un local para dormir, si es un hotel o similar, ahí se acaba toda comunicación con los demás. En un albergue, cuando hay otros viajeros o peregrinos en tus mismas circunstancias, tienes algo más de margen, pero tampoco es seguro que lo consigas. A la hora de cenar puedes tener alguna oportunidad, pero lo más probable es que cenes solo. En las mesas de alrededor, personas como tu, solas también, pero con las que no tienes ningún nexo en común salvo la soledad y con las que es muy improbable que establezcas una conversación que os interese a ambos. 

[1] Ruta de Don Quijote (http://www.bicimur.murcia-region.com/espanaenbicicleta/donquijote/index.htm)
algunas fotos... (https://flic.kr/s/aHskS4qENn)
Libro de bitacora: 27-03-2017
Temperatura: 13 º
Nubosidad: Cubierto, amenaza tormenta
Viento: Fuerte del suroeste
Distancia: 55,48 km
Desnivel+: 337 mts.
Desnivel -: 122 mts.

track: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=17048006

Mariano Vicente de Haro, 27 de marzo de 2017