lunes, 20 de noviembre de 2017

I Ruta del Codillo



Como un bobo novato caí en la trampa de la desviación provisional. A la salida de Lorca, obras, carteles indicadores de desvío, los sigo y me mandan por la margen izquierda del Guadalentín, en un punto, ya sin más carteles, se presentan dos opciones, cruzar el seco cauce por un camino lleno de baches o seguir margen arriba por una carreterilla. 
-No, no puede ser que manden a la gente por ese camino de cabras. Pero pobre iluso eso es usar el sentido común y desde cuando la administración lo usa.
Heme aquí, cruzando el cauce por un camino sin asfaltar y esta vez sin opción posible. Desemboco en un pequeño barrio en la margen correcta del río del que desconozco el nombre, pero lejos de lo que debe ser mi ruta, pregunto a una amable señora y me indica la forma regresar, no era fácil, pero cruzo de nuevo la autovía (A-7), un par de rotondas y ahora sí, me encuentro al otro lado de las obras. Pregunto por curiosidad y lo que venía sospechando desde el principio se hace realidad. Usted puede pasar con la bici sin problemas, me dice uno de los empleados.
Un poco mosca continuo con mi ruta; pero os preguntaréis que es esto del codillo, lo explico sin más dilación. Hace tiempo que tengo propuesto a los compañeros esta ruta; salir de Lorca en dirección a Zarzadilla de Totana, continuar hacia El Niño de Mula, comer un codillo en el Ventorrillo Casa Paco y regresar a Murcia por Yechar. No todo va a ser sufrir. Pero por unas cosas y otras se pasa el tiempo y no la hacemos. La noche anterior, ya en la cama, con la perspectiva del día siguiente libre y sin nada que hacer, decidí aventurarme solo, era demasiado tarde para avisar a nadie y estaba seguro que aunque lo hiciera pasaría lo de siempre, oiría mil excusas, promesas para hacerla más adelante, así que la suerte estaba echada, sería al día siguiente. 


A las 8.30 de la mañana subo al tren con destino Lorca; un café y a pedalear. Ya he dejado la carretera de Caravaca y voy por la RM-C9 camino de Zarzadilla, el asfalto impecable y el trafico cada vez más escaso hasta casi desaparecer, en el horizonte las sierras del Burete y Lavía junto a las que pasaremos. Asciende pausadamente la carretera por estos llanos -en realidad mantiene porcentajes constantes del 2 al 3 por ciento- de cereal y cultivos de secano. No hace frío, pero sí algo de fresco, no estorba para nada la chaqueta de invierno. Aparecen de cuando en cuando algún caserío agrícola y granjas aisladas, supongo que de porcino, en un paisaje poco cambiante pero que no llega a ser monótono, lo que si transmite es una gran sensación de soledad.


El viento se nota cada vez más frío y más intenso y como no, viene del norte-noreste, mi dirección. El horizonte cada vez más nítido; se definen las cumbres, el radar de Sierra Espuña es perfectamente visible hacia mi derecha. Poco a poco el pinar gana protagonismo hasta llegar al cruce con la MU-103 a dos kilómetros de Zarzadilla. Una duda, paro o no para tomar un café, no, sigo pedaleando esta vez con porcentajes más altos, me voy acercando al collado que separa las sierras de Cambron y Lavía de Sierra Espuña. Alcanzado bien merece la pena un descanso y contemplar lo que tenemos ante nosotros; a pesar de la bruma, la vista alcanza las sierras del noreste murciano que cierran el horizonte al frente, un poco más a la derecha las de Orihuela y ya hacia el sur es Espuña quien lo interrumpe. Nos introducimos ahora en una bajada constante, con curvas y el asfalto en peores condiciones, seguimos en la solana pero tengo frío hasta que el repecho del barranco de la Rambla del Guapero me lo quita. También lo cruza, pero él sobre un airoso acueducto, el Canal del Taibilla. Bullas se encuentra en el horizonte, nos acercamos al paraje de Pinar Hermoso donde esta el cruce hacia Mula, y a pesar del nombre, los almendros son ahora los protagonistas. 


MULA RM-C6 indica un cartel hacia nuestra derecha. Tiene ahora la carretera un recorrido indeciso entre almendros y pinos, en franca bajada, pero nos sorprende con algún que otro repecho, enlaza algunas curvas para terminar desembocando junto a la ermita del Niño de Balate. Me siento al sol, se esta a gusto, y me pido un codillo. Tarda el camarero, quizá demasiado. No nos queda me dice. Mi cara debió se todo un poema, nunca pensé que no tendrían, por eso no he llamado, siempre que he visitado el local el codillo era plato fijo, pero…, al mal tiempo buena cara y me pido un plato de embutido que al poco complemento con otro de oreja. - Una paletilla de cordero; esta muy buena, me dice el camarero, casi sucumbo a su sugerencia, pero resisto y me pido café; un belmonte. Aun quedaban 50 kilómetros hasta Murcia, aunque he de confesar que me he quedado con las ganas, al fin y al cabo esos kilómetros son casi todos de bajada.


Continúo bajo la atenta mirada del castillo de Mula, paso la localidad y me encamino hacia Yechar. No se ve un alma, son casi las tres de la tarde, solo dos viejos apoyados en el mostrador exterior del bar Cervantes. Aparece Ceutí, luego Alguazas y las Torres de Cotillas, me dirijo hacia San Pedro y La Loma, cruzo Rambla Salada y el paraje de la Contraparada. No es muy tarde y aprovecho para darle una sorpresa a mi madre, me desvío unos centenares de metros hasta su casa en Javalí Nuevo. Regresó para tomar el carril-bici de la mota del río y entrar en Murcia por el Cuartel de Artillería y la estación del Carmen. Ya estoy en casa.



Mariano Vicente, 14 de noviembre de 2017. 

2 comentarios:

Gracias por visitar este blog. Si le apetece puede dejarme su comentario.